Palabra de Dios y catequesis en el DGC - II
La fe cristiana
Vamos ahora a concentrar nuestra atención en el numeral 92 del DGC que nos dice:
La fe cristiana, por la que una persona da el « sí » a Jesucristo, puede ser considerada en un doble aspecto:
– Como adhesión a Dios que se revela, hecha bajo el influjo de la gracia. En este caso la fe consiste en entregarse a la Palabra de Dios y confiarse a ella (fides qua).
– Como contenido de la Revelación y del mensaje evangélico. La fe, en este sentido, significa el empeño por conocer cada vez mejor el sentido profundo de esa Palabra (fides quae).
Estos dos aspectos, por su propia naturaleza, no pueden separarse. La maduración y crecimiento de la fe exigen que ambas dimensiones progresen orgánica y coherentemente. Sin embargo, por razones metodológicas, ambos pueden considerarse separadamente.
Este numeral comienza con una frase que nos indica sobre qué va a tratar: “La fe cristiana”, y que la va a desarrollar en un doble aspecto.
Hay aquí varias definiciones o descripciones de la fe y su proceso que vale la pena resaltar:
a) una persona da el “sí” a Jesucristo
b) adhesión a Dios que se revela
c) adhesión hecha bajo el influjo de la gracia
d) entregarse a la Palabra de Dios
e) confiarse a la Palabra de Dios
f) contenido de la Revelación
g) contenido del mensaje evangélico
h) el empeño por conocer cada vez mejor el sentido profundo de esa Palabra
i) maduración y crecimiento
j) progreso orgánico y coherente
Podemos reflexionar sobre el contenido de esas definiciones o descripciones en relación con la Catequesis para sacar algunas conclusiones que iluminen al catequista sobre el contenido de la fe que él anuncia en su ministerio.
a) Una persona da el “sí” a Jesucristo.
Es muy significativa esta presentación primera al colocar la fe como algo personal, pues aunque la fe es una experiencia comunitaria, la adhesión a Jesucristo es muy personal. Es la persona que ha escuchado la Palabra de Dios, revelada en Cristo y contenida en la Biblia, la que se adhiere a Él con un “sí” único e insustituible, nadie puede adherirse a Él por otro. Y es que Jesucristo es precisamente eso “una persona”, dicho en términos elevados es la Segunda Persona de la Trinidad, en términos más sencillos, pero no menos teológicos, es la persona del Hijo de Dios nacido de María.
Los relatos evangélicos nos narran experiencias de personas que como tales, o sea, como personas, han sido encontradas en su camino por la persona de Jesucristo, el cual les ha levantado, les ha dignificado, les ha hecho ver que sus horizontes eran más limitados de lo que Dios quería, que su futuro estaba abierto a una dimensión que abarca hasta la eternidad. Los relatos bíblicos nos hacen ver que esos encuentros fueron decisivos en la vida de esas personas y nunca más los olvidaron:
* Juan recordará siempre que eran como las cuatro de la tarde
* Natanael se sorprenderá de que le conozca de antemano
* Pablo no olvidará la experiencia camino de Damasco
* María Magdalena le reconoce Resucitado cuando pronuncia su nombre “María”, su tono de voz era inolvidable.
Ante esta persona de Jesucristo que “personaliza”, dignifica, humaniza y diviniza a quien le encuentra, la persona no puede más que responder dándole un sí que implica seguimiento y por tanto desprendimiento. Los dos discípulos de Juan Bautista al oír a Juan hablar de Jesús dejándolo todo le siguieron, Pedro y Andrés hicieron lo mismo.
La fe, en cuanto respuesta del ser humano a la revelación de Dios en Jesucristo, brota de su corazón; lo dice textualmente Pablo (Rom 10,10). Esto es así, porque en la fe el ser humano se recoge a sí mismo entero, para entregarse por entero a Dios (cf. DV 5); ahora bien, el recogerse de la persona para entregarse por entero a Dios sólo es posible desde el centro personal, que es el que unifica la diversidad del ser humano, haciéndolo, por lo tanto, disponible para esa entrega total.
En Jesús de Nazaret se cumple en plenitud este doble aspecto personal de la fe, que le viene del sujeto. Su relación con Dios, su Padre, brota desde lo más central de su persona, constituido por el mismo Logos de Dios, y, por otro lado, es personalizadora en grado sumo: la persona de Jesús (“persona” en sentido metafísico) es la del Logos. Eso es lo que quiere decir la “unión hipostática” (o unión de las dos naturalezas, la humana y la divina, de Cristo en la “hipóstasis” o persona del Logos). A nosotros se nos da, por gracia, una participación en esta filiación divina de Jesús.
Significado de esto para la catequesis:
a) Un “Sí” que me descubre como persona en la Persona de Jesús
El catequizando: | Jesús: |
Se descubre como persona | Es Dios en Persona que personaliza, dignifica |
Hace experiencia de fe personal en comunidad | Se hace presencia de Dios en la persona y en la comunidad |
Escucha la Palabra de Dios | Es la Palabra revelada y contenida en la Biblia |
Descubre a Jesús, Dios verdadero | Él es la Segunda Persona de la Trinidad |
Descubre a Jesús, hombre verdadero | Él es la persona del Hijo de Dios nacido de María |
Da un “Sí” único, personal, insustituible | Es el “Sí” definitivo del Padre a la humanidad |
b) Un “Sí” que hace cambiar de perspectivas
El catequizando: | Jesús: |
Encuentra que su vida está abierta a una dimensión de eternidad | Él es la vida eterna |
Es encontrado en su camino por la persona de Jesucristo | Él es el Camino que conduce al Padre |
Se reconoce salvado en Jesús | Él es la salvación de los hombres |
Da un “Sí” en desprendimiento y seguimiento | Él nos dice: “ven y sígueme” |
Se dispone por amor para una entrega total | Él ama como nadie me ha amado jamás |
c) Un “sí” que transforma radicalmente el modo de ser en el mundo
El catequizando: | Jesús: |
Vive por la fe en el Hijo de Dios | Él es el hijo amado de Dios |
Vive en permanente relación con el Padre | Él es el rostro humano del Padre |
Vive como persona divinizada | Él es el eterno engendrado del Padre |
Vive la vida de Dios por gracia | Él es Vida que brota del Padre |
Vive como hijo de Dios | Él es el Hijo de Dios |
b) Adhesión a Dios que se revela
El misterio escondido desde siglos se ha revelado en la persona de Jesucristo, ha sido manifestado a los hombres en el hombre de Nazaret. Es interesante que se usa la misma palabra que designa la revelación hecha por Dios para la acción con que los receptores de esa revelación la comunican a otros:
• los pastores de Belén, que “dan a conocer” (Lc 2,17) a María y a José lo que el Señor les ha “dado a conocer” sobre el niño que es Mesías Señor (Lc 2,15).
• Jesús “da a conocer” a sus discípulos lo referido al Padre (Jn 15,15; 17,26).
• Pablo “da a conocer” el Evangelio que ha recibido (1Co 15,1: Gal 1,11) de Dios, el misterio del Evangelio (Ef 6,19).
• Pedro “da a conocer” la fuerza y parusía de Jesucristo, que previamente ha contemplado (2Pe 1,16).
• Pablo “manifiesta” el misterio de Cristo (Col 4,4) y se presenta ante toda la gente con la “manifestación” de la verdad (2Co 4,2).
• Dios “da a conocer” su sabiduría por medio de la Iglesia (Ef 3,10; 2Cor 2,14; 3,3).
c) Adhesión a Dios hecha bajo el influjo de la gracia
La gracia es lo que impulsa al hombre a adherirse a Jesucristo en actitud de gratuidad, ésta se atribuye tanto a la justificación por la fe como a la misma fe, como se ve por los textos siguientes:
• Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente, en el tiempo de la paciencia de Dios (Rom 3,23-26a).
• Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (Rom 5,1-2).
• En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre, ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo! (Rom 5,17).
• La Ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el delito sobreabundó la gracia; así, lo mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinará la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor (Rom 5,20-21).
Significado de b) y c) para la catequesis:
a) Una adhesión en gratuidad y gracia que libera
El catequizando: | Jesús: |
Descubre el misterio escondido desde siglos | Ha revelado el misterio en su persona |
Manifiesta a los hombres el misterio | Lo ha revelado en el hombre de Nazaret |
Comunica la revelación experimentada | Es la revelación del amor del Padre |
Da a conocer lo que se le ha dado a conocer | Nos ha dado a conocer el amor del Padre |
Da a conocer el Evangelio | Él es el Evangelio del Padre |
Anuncia con fuerza la venida de Jesucristo | Él es el que vendrá con poder y gloria |
Contempla la gloria de Jesucristo | Él es la gloria del Padre |
Anuncia la verdad de la salvación | Él es la Verdad de Dios para el hombre |
b) Una adhesión bajo el influjo de la gracia
El catequizando: | Jesús: |
Se descubre privado de la gloria de Dios | Él revela la gloria del Padre |
Se encuentra privado de la justificación | Justifica por el don de su gracia |
Anhela la redención liberadora | En Él se realiza la redención |
Acepta en actitud de fe la redención | Ofrece la redención a quien cree en Él |
Recibe la justificación por la fe | Nos pone en paz con Dios al justificarnos |
Se gloría en la esperanza de la gloria de Dios | Él es la gloria del Padre ofrecida al hombre |
Recibe en abundancia la gracia | Él da la gracia que santifica y justifica |
Se libera del reino de la muerte | Por Él reina la gracia en virtud de la justicia |
Obtiene la vida eterna | Él es la vida eterna dada por gracia |
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